sábado, 12 de septiembre de 2015

Sinapsis

No hay sonidos estridentes, ni gritos, ni carreras. Sólo destellos de electricidad continuos que recorren el sistema en busca de respuestas. Es una señal de alarma. Los agentes conocen el protocolo de emergencia y sin demora, conectan con la máxima autoridad, el controlador.
Néaróin sortea con astucia los mensajes que obstruyen las rutas de comunicación. Es una experta en los envíos. Quiere ser agente de campo, demostrar su rapidez de conexión. Pero se ha conformado con su destino en el archivo central.


Al principio, apenas había trabajo. Se limitaba a guardar los mensajes en su carpeta correspondiente y tenerlo a mano para su envío en cualquier momento. Poco a poco la actividad se aceleró. Hubo unos años en que no daba abasto. Recibir, archivar y enviar. A veces, se formaba tal atasco de mensajes que por error, emitía una imagen en vez de un sonido. Pero se adaptaba con facilidad y resolvía el problema con una conexión casi perfecta. Aparecían los asistentes que descargaban su material químico. Se originaba un estímulo de electricidad que iluminaba el archivo al completo. Y este resplandor se transmitía por los canales de mensajería. Con el tiempo, se convirtió en una maestra en solventar situaciones de caos.
Un grupo de extremistas del sueño ha burlado las defensas del sistema. El controlador toma la iniciativa. No parece un ataque interno ni casual. Todo apunta a una agresión intencionada que proviene del exterior. Espera ideas que logren parar al enemigo. Los niveles de energía están bajo mínimos y necesitan una fuente alternativa. Por un instante, las conexiones se detienen. Al fin, Néaróin envía una solución que reciben con sorpresa. El director da carta blanca a su propuesta y la misión comienza.


Las unidades de defensa deben aislar e impedir el avance a los intrusos. Un grupo de agentes se conectan al centro de visión y permanecen a la espera. Mientras, ella busca con prisa un archivo, una mezcla de imagen y aroma. El estímulo está preparado y emite un impulso a sus compañeros. Las membranas se separan unos milímetros y un haz de fotones incide en la esfera de cristal. Los acumuladores reciben su llegada con alivio pero no es suficiente. La archivera insiste de nuevo. En esta ocasión activa una emoción del pasado remoto. No hay respuesta. El invasor se ha hecho con el mando de los centros estratégicos. Ya no existe movimiento ni actividad ni comunicación. Durante unos instantes, Néaróin ha conseguido ser agente de campo. Emite su último impulso de energía. Después, el sistema de control se desconecta.

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