A
veces, cuando te pienso, tu imagen está difuminada. Sin forma ni contorno. Supongo que
es el paso del tiempo que juega conmigo. Pero con calma, me aproximo a la
escalera y recorro la pared. Una, dos, tres y hasta siete cuento. Y llego a
esta y la miro. Cierro los ojos y en ese instante escucho mi nombre. Y entonces tú me abrazas y después me das un beso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario